
Todavía no me veía capaz de ponerme en pie.
Así que aguanté, compartiendo un silencio con ella que incluso emocionaba.
De pronto lo sentí.
Sus dedos sobre mi mejilla.
Me estremecí bruscamente, estupefacto por el contacto y por la manera en que su pulgar estaba borrando el rastro de humedad sobre mi piel.
Cerré los ojos.
Si mi corazón hubiera dejado de latir en ese momento…toda mi vida habría valido la pena.
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